domingo, 29 de abril de 2012

Resultados de primera encuesta nacional de juventud (Enajuv) en el Perú.

Los hijos de la democracia

Por: Jorge Bruce


En el Perú viven 8 millones de jóvenes de 15 a 29 años de edad. La Secretaría Nacional de Juventud (Senaju) y el Instituto Nacional de Estadística (INEI) han realizado la primera encuesta nacional de juventud (Enajuv) en el Perú. Para ello entrevistaron a 11.042 jóvenes, en 6.900 hogares de todo el país. Julio Corcuera, joven director de investigación y desarrollo del Senaju, coordinador del trabajo, tuvo a bien hacerme llegar los resultados de este esfuerzo pionero, del cual paso a comentar algunos aspectos relevantes.
Tal como lo señala René Galarreta, director del Senaju, el Perú está viviendo un cambio poblacional llamado bono demográfico. Este se inicia en los años 70 y se caracteriza por un aumento de la población joven en el Perú, que durará aproximadamente hasta el año 2030. Galarreta observa que este fenómeno puede ser una oportunidad o una amenaza. Lo cual dependerá del grado de preparación de la juventud. Es decir que si acceden a una educación que hoy no existe para las mayorías, entonces el Perú podrá ingresar al mundo desarrollado. Por el contrario, si las cosas continúan como hoy, la única vía posible es el incremento de la conflictividad social y la violencia.
Por ello, se trata de un documento relevante para la determinación de políticas públicas dirigidas a la juventud. Pero también es un instrumento de conocimiento fino para acercarse a las percepciones de los jóvenes acerca de su realidad. Dichas percepciones son determinantes para el futuro común. Tal como lo establece el teorema de Thomas, ya citado en esta columna: “Si las personas definen las situaciones como reales, están son reales en sus consecuencias”.
Veamos pues dos tipos de resultados de laencuesta. Comencemos por las malas noticias, para darnos el gusto de terminar por las buenas.
¿Cuáles son, para los jóvenes peruanos, los problemas más graves que enfrentan?
Para el 58,6% el principal problema es el pandillaje y la delincuencia. El 43,2% menciona la falta de oportunidad para acceder a un trabajo. El 39,5% señala el consumo de drogas y alcohol. Estos promedios varían, por supuesto, en función de las zonas de vivienda, el género y la edad, pero dichas variaciones no son tan significativas. Por lo que se puede afirmar que son representativos de la percepción de los obstáculos que enfrentan los peruanos entre los 15 y 29 años. Si se fijan, advertirán que estas personas han nacido en periodos que, para los que somos mayores que ellos, son una anomalía histórica: todos han venido al mundo cuando el Perú tenía regímenes democráticamente electos y así han crecido. Se puede argumentar respecto de la naturaleza del segundo periodo de Fujimori, tras el autogolpe, pero fue fruto de un proceso electoral relativamente democrático.
No obstante, esto no resuelve automáticamente la problemática de los jóvenes. Ellos mismos se encargan de indicar las que perciben como las principales potencialidades de nuestra sociedad: El 38,6% opina que es el turismo. El 37,6% considera que es la minería. El 34,7% se inclina por la agricultura y el 33,4% por la gastronomía (dato con nombre y apellido).
Para que estas percepciones prevalezcan sobre las negativas, el Estado y el sector privado tienen la obligación de proporcionar a estos hijos de la democracia los medios para alcanzar dichos fines. De lo contrario, es probable que los retoños engendrados tengan el perfil de un delincuente o un militante del Movadef.
Fuente: Diario La República, revista "Domingo". 29 de abril del 2012.
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sábado, 10 de marzo de 2012

Sujeción de los centros académicos católicos a la disciplina teológica y espíritu universitario de libertad, democracia y defensa del estado laico.

Católica y plural

Por: Agustín Haya de la Torre

El pleito de la Universidad Católica del Perú con el Vaticano pone de relieve las diferentes formas de comprender el catolicismo en la propia Iglesia. El conflicto ha ido escalando desde 1990 con el documento ExCorde Ecclesiae, mediante el cual Roma intenta renovar la sujeción de sus centros académicos a la disciplina teológica.

El conflicto actual no se puede entender sin tomar en cuenta la evolución de las tendencias. La Católica se funda como una reacción de los sectores tradicionales ante el positivismo imperante en San Marcos, que pese a ser entonces elitista, tenía ciertos resquicios que dejaban entrar aires intelectuales distintos a la verdad eclesiástica. Durante casi medio siglo la nueva universidad, la única particular, fue el baluarte de una formación profesional conservadora y oligárquica.

Las cosas empezaron a cambiar, entre otras razones, por el surgimiento de una corriente social cristiana progresista y de avanzada, que le daba a su fe una orientación política. Esta fuerza con sus propios matices y divergencias, se consolidó, extendiendo un fenómeno visible en otras universidades católicas de Europa y América Latina.

En los sesenta el cLima ya era distinto. El espíritu de la casa, al estilo de José de la Riva Agüero, parecía un fantasma fuera de forma. Las juventudes democristianas hacían política sin rubor, alentadas por catedráticos que tuvieron el mérito de mantener un alto nivel académico. La convivencia con diversas posiciones y la poderosa influencia de teologías liberadoras, la sacaron del aislamiento, la acercaron a la realidad y la volvieron plural.

Un inteligente rector, Felipe Mac Gregor, jesuita de firmes convicciones, supo modular el proceso. Hasta se enfrentó con sagacidad a una larga dictadura militar que menospreciaba la vida universitaria.

Un factor decisivo en el nuevo cLima lo produjo el aggiornamiento impulsado por Juan XXIII desde el corazón de la iglesia romana. El papa Ángelo Roncalli elegido en su ancianidad como un pontífice de transición, acabó haciendo una revolución. Impuso normas de austeridad, combatió el lujo, se preocupó de los bajos salarios de los trabajadores de su pequeño estado, modernizó la liturgia. Publicó encíclicas que marcaron época y convocó al Concilio Vaticano II que puso a la Iglesia al día con el siglo XX.

El cuadro se completa con la actitud de otro importante dignatario, el cardenal Juan Landázuri Ricketts, hombre de espíritu conciliador y tolerante, que no se alteró porque la universidad admitiese la diversidad.

Esta Universidad, que de alguna manera es el resultado de la apertura y la renovación que impulsaron el Papa bueno y las corrientes democristianas, es lo que ahora quieren derogar. Los ánimos inquisitoriales han vuelto con fuerza y pretenden desalojar a notables académicos católicos, que sin abandonar un milímetro de su fe, creen que La Libertad, la democracia y el estado laico, son lo mejor para todos.

Fuente: Diario La Primera (Perú). Jueves 01 de marzo del 2012.